jueves, 28 de abril de 2011

arquitectura latinoamericana contemporanea - hugo segawa

-La condición Latinoamericana.

En los Comienzos de la década de 1970 se publica por parte de la UNESCO La panorámica de la Arquitectura Latinoamericana por Damián Bayón.

En esta publicación aparecen las declaraciones de arquitectos latinoamericanos reconocidos como es el caso del Venezolano Carlos Raúl Villanueva quien afirma ser un seguidor de la obra arquitectónica colombiana por no ser aparatosa y no que no quiere hacer un monumento, no quiere lucirse, quiere hacer algo simple, una arquitectura humana que le guste a la gente y esto es suficiente.

Otra opinión a favor de Colombia es la de Emilio Duhart el cual reconoce que los colombianos construyen excelentemente y con seriedad.

Por otro lado Henry- Russell hitchcock llama la atención sobre la ausencia hasta entonces de la arquitectura moderna colombiana en la cartografía Sudamericana y francisco Bullrich lamentaba no referirse al país en su libro Arquitectura Latinoamericana de 1969.

En 1980 el Centro Pompidou de Paris inauguro la exposición Arquitectures Colombiennes: Alternatives aux modeles internationaux la cual tuvo un éxito sorprendente. La curaduría fue particularmente sensible a una arquitectura que se desarrollaba al margen de la arquitectura comercial del tipo racionalista-funcionalista, pues al contrario de esta se mostraba respetuosa del entorno geográfico, de la topografía, de las visuales, de la escala, preocupada por la elaboración y calidad de los detalles, construida con gran economía, con materiales y procedimientos artesanales y que encontraba en el ladrillo un material constante, que ella vería como una tradición en la arquitectura moderna colombiana.

Se destaca sobre todo la obra de Rogelio Salmona.

Antonio Toca Fernández publica su libro Nueva Arquitectura en América Latina: Presente y Futuro en 1990 el cual es una compilación de ensayos. Los autores compilados reflejan el ideario que circulo en torno a los SAL, lo que puso en evidencia una inédita interlocución latinoamericana.

En cuanto a los SAL, sus discusiones constituyen un cuerpo teórico y doctrinario para algunos y rechazado por otros. En sus primeras reuniones el debate se dio en torno a las cuestiones como la identidad, alineación y regionalismo.

En las décadas de 1960-70 se trataron temas como centro, periferia, dependencia y marginalización.

En las décadas de 1980-90 la idea del Chileno Cristian Fernández Cox, propagada con la expresión “Modernidad apropiada”, represento el discurso de base de una supuesta “nueva arquitectura Latinoamericana” que tuvo vigencia hasta mediados de la década de 1990.

Ni el SAL se configuro como un “CIAM Latinoamericano” ni se constituyó una propuesta operativa (cómo definiría Manfredo Tafuri) de la arquitectura Latinoamericana.

-Arquitectura que modela el paisaje.

En Brasil los arquitectos son deudores de Oscar Niemeyer puesto que el creo un lenguaje propio del que se nutrieron muchos brasileños de generaciones posteriores.

Paulo Méndez da Rocha es uno de los grandes arquitectos que desarrolla una expresión personal independientemente de la tipología o el nivel de intervención arquitectónica. Su arquitectura se funde con el paisaje, de manera creativa y provocadora. Conserva sus afinidades con la arquitectura brasileña de las décadas de 1950 y 1960.

Octavio paz escribe: La visión de la arquitectura de Paulo Méndez da Rocha está impregnada de una necesidad de modernidad ligada a un ideal de Brasil, pero modernidad sin la perdida de una identidad universal, o sin perder lo que tiene en común con todas las culturas occidentales.

-Tecnología con sentido social.

Después de la posguerra la construcción se impuso como una vía para cubrir la devastación, estas ideas se diseminaron por el mundo incluyendo Latinoamérica.

Los sudamericanos expresaban cierta cautela ante la fascinación por la industrialización de la construcción frente a la estructuración económica y social de los países autóctonos.

Se planteaba el dilema de importar conocimientos de los países avanzados con el riesgo de caer en un neocolonialismo tecnológico o la inadecuación de estos sistemas ante las realidades locales o la necesidad de organizar tecnologías propias en un panorama adverso de modernización científica y social.

Arquitectos Latinoamericanos que defendían la necesidad de industrialización de la arquitectura como camino hacia la modernización de América Latina fueron:

- Pedro Ramírez en México.

- Emilio Duhart en Chile.

- Ing Eladio Dieste en Uruguay.

- Fernando salinas en Cuba.

Cuba fue el país que más desarrollo sistemas de prefabricación a partir de tecnologías adaptadas de la Europa del Este.

El tema se desvaneció en el ámbito de una arquitectura más consecuente para desarrollarse básicamente en la construcción civil pesada.

El arquitecto brasileño Joao Filgueiras Lima (Lelé) insistió en la experimentación industrializadora en la década de 1990 con el Centro de Tecnología de la red Sarah.

Lelé parece demostrar a pesar de hacerlo de una forma solitaria, que una arquitectura que nació a mediados del siglo XX de los gestos de Lucio Costa y Oscar Niemeyer puede fructificar.

-Gravedad y Ritmo.

Arquitectura Mexicana a finales del siglo XX.

-Teodoro Gonzales de León vivió la consecución del sincretismo entre el estilo internacional y los códigos figurativos del pasado prehispánico y colonial en el polémico campus de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Pertenece a una generación educada en el movimiento moderno su obras formuladas dentro del discurso tipológico y una plástica de geometrías y elementos básicos en permanente recombinación evocan la máxima de Aldo Rossi: la Arquitectura es indiferente a la función.

A mediados de la década de 1970 tuvo una fuerte inquietud por introducir en sus composiciones elementos de la arquitectura del pasado, constantes referencias a códigos formales de la arquitectura prehispánica y virreinato mexicano.

-Las décadas Kahnianas.

Los mejores discípulos de Le Corbusier fueron latinoamericanos. El impacto de Le Corbusier sobre América Latina fue tan fuerte como el impacto que ejerció América Latina sobre él.

Ernesto Vautier, Gregoni Warchauzhik, Alberto Prebisch, Carlos Raúl Villanueva, Luis Barragán, Lucio Costa, Oscar Niemeyer y Alberto Eduardo Reidy, fueron algunos de los pioneros latinoamericanos que defendieron los ideales de Le Corbusier en sus escritos y obras.

En las décadas de 1980 y 1980 la atención de los arquitectos latinoamericanos dio un giro hacia Louis I. Kahn. Luis Barragán fue el único interlocutor y colaborador latinoamericano de Kahn.

Desde mediados de la década de 1960 hubo un interés difuso por Kahn en arquitectos como el venezolano Jesús Tenreiro; el argentino Miguel Ángel Roca o por el hermano de Jesús, Oscar Tenreiro.

Así mismo se puede observar el toque Kahniano en arquitectos como Rogelio Salmona, Clorindo Testa o el Brasileño Eolo Maia.

Desde la década de 1920 a la de 1970 fueron los años Corbuserianos pero hacia finales del siglo XX hubo algunas décadas Kahnianas.

-Monumentalidad introspectiva.

La América Latina de los colonizadores católicos fue el mayor laboratorio de espacios de cultos y devoción durante el Renacimiento y el Barroco, fruto de una acción casi miliciana de conquista espiritual marcada por grandiosos monumentos conventuales y reducciones indígenas como fortalezas de la fe… Estos edificios son partes indelebles del paisaje Latinoamericano.

A finales del siglo XX se destaca una obra de gran tamaño, como es la de la Abadía Benedictina de San José, en tierras americanas, del arquitecto Jesús Tenreiro de la Universidad Central de Venezuela. El gran premio IX Bienal Nacional de Arquitectura otorgado en 1998 lo proclamo como la obra arquitectónica reciente más importante de Venezuela.

Una mirada rápida sobre la Abadía permite notar dos influencias bien marcadas: Le Corbusier y Louis I. Kahn.

-Localismo y abstracción.

La compilación organizada por Antonio toca, Nueva Arquitectura en América Latina: Presente y Futuro y la edición española de la enciclopedia Arquitectura Latinoamericana en el siglo XX coordinada por Ramón Gutiérrez, son una muestra de la toma de posición sobre una identidad arquitectónica de la América Latina; se trata de la afirmación de una autenticidad Latinoamericana.

Un ejemplo es Rogelio Salmona con el carácter alternativo de su obra frente al internacionalismo.

Marina Waisman escribe: La trayectoria de Rogelio Salmona parece demostrar que el tan debatido tema de la contradicción entre modernidad e identidad, entre universalismo y localismo, la cuestión de un regionalismo no reaccionario puede tener soluciones positivas.

-Misterio y razón.

Ricardo Legorreta, arquitecto mexicano, ayuda a entender el desplazamiento de la producción de un arquitecto de formación racionalista ortodoxa, hacia una obra de madurez basada en la emoción y la libertad, en la arquitectura donde los colores, las formas y las proporciones no tienen otra lógica que la de la voluntad gestual del espíritu. Como un hacedor de paisajes, un discípulo de Barragán, Legorreta no crea escenarios sino atmosferas.

-Arquetipos institucionales.

Miguel Ángel Roca de Argentina, gano fama como secretario de obras públicas del ayuntamiento de Córdoba a partir de la década de 1980.

Según Marina Waisman , la acción de Miguel angel Roca, fue una verdadera puesta en valor de la imagen misma de la ciudad a través de la consolidación de una identidad tanto para el centro como para los más tradicionales barrios que adquirieron brillantes puntos de atracción.

No se trata de construir museos: se trata de elevar la calidad de vida urbana por medio de la valorización de sus espacios públicos más modestos.

A mediados de la década de 1980, cuando Roca estaba presente en las publicaciones internacionales, muchos lo tildaron de emergente posmoderno o neoecléctico, el propio arquitecto abogaba por “un racionalismo poético, donde mito y realidad, objetivo y racionalidad dialéctica, cosmos y singularidad, ciencia, poesía y tecnología, se convoquen y celebren por igual.

-Tropicalismo o Barbarie.

Marina Waisman: Arquitectura alternativa como una arquitectura que se aparta no solo de los métodos constructivos habituales, sino especialmente de la actitud que ha caracterizado a la arquitectura y cultura occidentales: los de una evidente agresividad frente a la naturaleza.

Ejemplo de esta arquitectura es el centro de protección ambiental de Balbina por Severiano Porto y Mario Emilio Ribeiro.

Porto desarrollo una magistral estructura de madera que evita la ortogonalidad convencional de las construcciones con el material, sustituyéndola por una organicidad que podría constituir una referencia a las estructuras de las viviendas indígenas amazónicas.

Otro ejemplo lo podemos ver en el conjunto de las antiguas capillas de Childé en la región de los Lagos, al sur de Chile, donde la continuidad histórica, la idea de lugar y tectonicidad de la arquitectura fueron los temas que emergieron en el pensamiento y la práctica de un grupo de arquitectos locales entre los que se encuentra Edward Rojas y Jorge Lobos.

Como observó Adriana Irigoyen, sobre esta arquitectura Chilota: “Un archipiélago verde donde no se ha decretado el fin de la historia sino su eterno reciclaje”.

Dibujar y construir espacios de adecuada habitabilidad, considerando su dimensión cultural y ecológica es una postura que se ha venido llamando bioclimática. No se plantea el dominio de la naturaleza sino la integración armónica en ella.

La arquitectura no se resume exclusivamente en sistemas constructivos y técnicas de enfrentamiento a las condiciones climáticas adversas. De ser así, las arquitecturas High-tech serían la solución ideal para la Amazonia y para cualquier lugar del mundo.

La radicalidad tecnológica presupone dos naturalezas distintas: la “exterior” la naturaleza real y la “interior” la artificial. La arquitectura bioclimática proporciona aparatos electrónicos de acondicionamiento ambiental y solo se vale de recursos constructivos tradicionales… sin embargo, si la técnica constructiva es simple, donde está la arquitectura?.

-cosmopolis.

En el año de 1998 dos iniciativas europeas que contemplaban la arquitectura Latinoamericana ejemplificaron muy bien el intrincado choque de posiciones finiseculares:

- En Madrid la I Bienal Iberoamericana de Arquitectura e Ingeniería Civil.

- En Barcelona, la fundación Mies Van der Rohe, inauguraba la versión latinoamericana del premio Mies Van der Rohe de Arquitectura, consolidado ya en su quinta versión europea.

Las dos consideraban las obras concretadas entre 1990 y 1997.

Al respecto Adela García Herrera, editora de la revista Arquitectura Viva anota que entre las 40 obras seleccionadas para la exposición madrileña y las 23 finalistas del evento catalán tan solo había cinco coincidencias. El premiado de la Bienal, el hospital Sarah Kubitschek de Salvador de Joao Filgueiras Lima, no se incluía en la lista del galardón concedido en Barcelona.

Algunas obras de los nombres más reconocidos del panorama latinoamericano han sido candidatas en esta primera edición del premio Mies Van der Rohe (Niemeyer, Salmona, Testa, Mijares, González de León, Legorreta), sobre estos se ha impuesto el manierismo elegante, vanguardista y descontextualizado de dos jóvenes profesionales que completaron su formación en universidades norteamericanas.

El crítico Josep María Montaner establece una comparación entre el preferido del premio Mies Van der Rohe y otro de los premiados de la I Bienal Iberoamericana, El Museo Xul Solar de Pablo Bertia:

Ambas obras tienen significados e implicaciones totalmente contrapuestas. La primera es pura imagen pensada para ser publicada y la segunda es para ser vista y recorrida, predominando la síntesis de estereotomía y tectónica, cuya reproducción solo es posible siguiendo unas condiciones tan singulares como la obra misma.

El otro finalista de ese premio, Enrique Browne, defendía en 1989 la existencia de un nuevo movimiento de arquitectura Latinoamericana, reconociendo avances en el desarrollo teórico, histórico y crítico, en especial con los entonces cuatro seminarios de arquitectura latinoamericana organizados, movimiento al que se sugería el epíteto de “otra arquitectura” en cuanto proponía multifacética y en formación distinta a las realizaciones protagonizadas por eminencias como Oscar Niemeyer, Carlos Raúl Villanueva, Clorindo Testa, Emilio Duhart o Félix Candela; que no se confundía con las arquitecturas “posmoderna”, “neoracionalista”, high-tech”, etc. Y que asimilaba la “alteridad cultural de América Latina dentro de la civilización occidental”.

Durante la década de 1980, la llamada “década perdida” de América Latina –que para algunos se extendió también hasta la década de 1990- un sector de la profesión arquitectónica latinoamericana se articuló de una forma solidaria en torno a los seminarios de Arquitectura Latinoamericana. En los vacilantes años de 1990,se vivió un periodo que tuvo una resurrección de cierto espíritu desarrollista con extraordinarias oscilaciones en los varios cuadrantes del subcontinente; Argentina, Brasil, Chile y México, especialmente.

-Monumentos al consumo.

Beatriz Sarlo, crítica literaria argentina ve como el centro comercial refleja la crisis del espacio público, un monumento basado precisamente en la velocidad y el flujo mercantil, un refugio antiatómico en ciudades que se fracturan o se desintegran en una época en que las instituciones y la esfera pública ya no pueden constituir hitos que se piensan eternos.

Con mayor o menor ritmo las ciudades latinoamericanas están asimilando la cultura del centro comercial y todo lo que representa en lo que se refiere a la parcelación social y económica del tejido urbano.

No sorprende la homogeneidad de centros comerciales en Porto Alegre, Barranquilla, San José o Lima. No reconocen el entorno inmediato, las relaciones de vecindad, de lugar y tiempo.

-Ansiedad finisecular.

En el año 2000 el segundo premio Mies Van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana se da en Barcelona.

En el paso de 1999 al año 2000 se da un tema recurrente en los medios de comunicación, el fin del milenio y las perspectivas del siglo XXI.

En América Latina, junto a la revolución telemática, los pueblos viven en condiciones medievales. La cultura del espectáculo transforma las ciudades pero las megaciudades se están deteriorando de manera espectacular.

La exuberancia tropical, la fuerza de la naturaleza americana, la anarquía, el primitivismo y el multiculturalismo son otros estereotipos clásicos que confunden más que aclaran, las mentalidades categorizadoras como la europea, la japonesa y la norteamericana en cierta medida.

Pioneros como Niemeyer, Burle Max, Villanueva, Pani, etc. representan la modernidad arquitectónica del subcontinente y en su tiempo desafiaron osada y pragmáticamente, la cultura arquitectónica dominante, instaurando un sentido latinoamericano de identidad y creatividad, instaurando una modernidad alternativa.

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